y nostalgias que gotean
sobre las hojas rojas de otoño
marchitando los pies …
No puedes brotar aunque, otra vez,y la Señora del invierno
llega en silencio y poco a poco te cubre
con su sueño.
Eres una estatua sin vida,
no puedes sonreír a caricias del viento
y voces siempre más lejos
el verde que te pintó.
Te miro y veo en ti otros heladas negras,
otros brazos impotentes, parados,
miradas apagadas
alrededor de la vida.
En fin, recuerdo la linfa que tienes dentro:
un fluido caliente, que puede desplazarse cubos de hielo negro
con fuerza misteriosa.
Te calienta poco a poco la sangre y el alma,
nutre feto de frutos,
invade dulcemente hasta abril …
Déjate llevar por ella!
Sabe dónde ir y cuándo.
Abre-le grietas
en la mente dormida;
deja entrar:
es más fuerte que tú;
sabe la danza del tiempo
y los pasos de los planetas.
¿Qué digo? Tu eres un árbol solo,
tú sabes de ti que acabará el invierno,
que nuevos rebrotes sacarán la cabeza dal hielo.
El hombre, a menudo, lo olvida.