Una vez llegado a Tarragona, tras la presentación de nuestro libro (del fotógrafo Pep Escoda y mío), en Jerusalén, me invade un intenso sentimiento de felicidad por haber pisado una tierra de reencuentro espiritual coincidiendo con la fiesta de Januka. Fue un honor departir personalmente con el señor Sr. Yitzhak Navon, quinto presidente de Israel y presidente de la Autoridad Nasional del Ladino. Le dije que no soy historiador, ni hebraísta, ni arqueólogo, ni un erudito del tema, ni siquiera judío. Sólo un humilde periodista y escritor catalán que entró con mucho respeto al pasado de mi ciudad, Tarragona y de mi tierra, Cataluña. Yitzhak Navon, me comentó con mucha afabilidad, que había leído mi texto, del que destacaba la ponderación y la imparcialidad.
El acto fue especialmente emotivo porque asistieron personas descendientes de Tarragona, de aquellas familias que fueron expulsadas en 1492. Después de más 500 años comienza un reencuentro interesante del cual soy testigo de primera línea. Además, el alcalde de Tarragona escribió una carta que fue leída y aplaudida por el público.

Yitzhak Navon con el libro "Shalom Tarragona"

Yitzhak Navon con el libro «Shalom Tarragona»

Para escribir «Shalom Tarragona», como periodista, en su día me entrevisté con especialistas del mundo medieval judío. Pero me di cuenta que en Cataluña en particular y que en España en general, esta cultura se había reducido al olvido. Amnesia general. Busqué la escasa bibliografía existente sobre los judíos de Tarragona y encontré los libros de una autoridad mundial en el tema y que yo cito en mi texto: el admirado profesor Yom Tov Assis de la Universidad Hebrea. Pues bien, en Jerusalén tuve el honor de conocerlo y compartir la velada de la presentación con él y escuchar su magnífica conferencia, que impartió a propósito. Da gusto oír como hablan en hebreo de Tarragona, la ciudad donde vivo, de Santa Coloma de Queralt, la ciudad donde nací, así como de Tortosa, Falset, Valls, Aleixar etc.
La velada fue un magnífico gesto que vino de parte de Jose Bendor, presidente de Tarbut Jerusalén y su esposa Denise, con los que compartimos el pasado verano un singular y emotivo trayecto en barco -desde Tarragona en Barcelona- para conmemorar el periplo de los judíos de Tarragona el 1492.Al Sefarad del siglo XXI, los judíos todavía son poco más que piedras de museo o leyendas del pasado. Pero, mientras redactaba el texto, a través de una amiga mía, Maria Mercè Martorell, tuve la suerte de conocer a judíos de verdad que se interesaron en revisar mi escrito. Fueron Aaron Azaguri, Dominique Tomasov y David Stoléru. Con sus indicaciones no voy incurrir en los tópicos por desconocimiento del judaísmo. Por su iniciativa el volumen está traducido al hebreo. Fue gracias al libro que conocí a Mario Sabán y conectar con Tarbut Sefarad.
Durante casi 500 años en la península no hubo judíos. La tarea de los reyes Católicos y de la santa Inquisición fue tan implacable que hasta hace relativamente poco era más fácil ver un elefante rosa volante que un judío en persona. Los primeros judíos volvieron a Barcelona a principios del siglo XX. Hoy en Cataluña sólo habrá unos tres o cuatro mil judíos para una población de 7 millones de habitantes. Con «Shalom Tarragona» pretendo rescatar el pasado judío de mi ciudad y sus comarcas con la curiosidad del periodista, la historia de una tragedia que marcó la Cataluña medieval y el inicio de la decadencia económica y cultural de nuestro país.
Las espléndidas imágenes de mi amigo y fotógrafo Pep Escoda, son un plus añadido a una edición de lujo de Arola Editors. Pep capta con ternura la dimensión humana de un drama colectivo del que no podemos ser ajenos para más tiempo, la desolación y la ausencia de aquellos que se vieron obligados a marcharse. «Shalom Tarragona», es un libro de divulgación para el gran público. No quiere pontificar nada, salvo de abrir el camino de la recuperación de un legado importante.
De nuevo en Tarragona, dejo atrás una grata experiencia ya mis amigos de Israel, donde para nada me he sentido extranjero gracias a su calurosa acogida. Pero espero poder abrazar de nuevo, tal como se suele decir «el próximo año en Jerusalén».

FVC