El escritor Francesc Valls pidió que se deja atrás el localismo
El mundo literario de Tarragona volvía a estar convocado ayer al mediodía en la ya clásica recepción del Teatro Metropol. Esta vez, quizás por la proximidad de las elecciones o quizá porque las ventas literarias estaban yendo viento en popa a pie de calle, fue el mundo político y social lo que hizo más acto de presencia, mientras que escritores y gente vinculada directamente al mundo de las letras llenaron una lista de ausencias justificadas.
A pesar de las bajas, el escritor tarraconense Francesc Valls-Calzada fue el encargado de hablar en nombre de los autores, y lo hizo en referencia al estado de salud del «microclima» literario del Camp de Tarragona, una metáfora que parecía más adecuado que nunca, también en el ámbito meteorológico: después de levantarse el día lluvioso y de unas primeras horas titubeantes, el sol se añadió también a la recepción. Pero, a pesar de reconocer la buena salud del ambiente literario, Valls-Calzada rehuyó deshacerse en elogios y abrió paso a una reflexión sobre el verdadero éxito de una literatura que es incapaz de llegar más allá de los límites de su demarcación. «Las murallas de Tarragona ya no están en la Parte Alta: están a 93 kilómetros, en Barcelona», lamentó el escritor en referencia a los problemas con que tropiezan los autores locales para conseguir ser también un nombre a tener en cuenta al «ningún i casal «. Valls-Calzada reclamó que se deje atrás «el localismo reduccionista» y que se trabaje para una mejor proyección del territorio en materia literaria. Tanto el director de los servicios territoriales de Cultura, Jordi Agràs, como el alcalde de Tarragona, Josep Félix Ballesteros, recogieron la reivindicación de los escritores, y se comprometieron a trazar una estrategia unitaria para ayudar a «vencer el dragón» que para esta proyección. «Esperamos que el próximo año ya podamos decir que hemos colocado las primeras piedras de este nuevo edificio literario», resaltó Ballesteros. Según Agràs, «tendremos que hacer un salto para tener una literatura que sea de primera».
Pero con reclamaciones o sin, ayer era un día pera la celebración, y los encargados esta vez de poner el envoltorio teatral en el encuentro fueron los miembros de la compañía Zona Zàlata que, precisamente, este año soplan las velas de su veinte- aniversario. Y lo hicieron con un montaje inspirado en la acción teatral que ya estrenaron en el Pretorio de Tarragona, pero esta vez acompañado de la lectura de poemas a cargo de dos de sus miembros. Tres actores, por su parte, se movieron por un jardín reconvertido en el mundo de las letras, donde girar abrazando libros y besándose los, para luego tirarlos, romperlos e incluso competir por acumularlos y poder así «limpiar la cultura». Unas escenas que visualmente hicieron hincapié, incluso provocativo, a una recepción – «A la mierda el pensamiento único», gritaban los actores ante miembros de listas electorales- en que el hambre apresuró más de uno: en este sentido, entre teatro poético y canapés, varios tuvieron bastante claro lo que querían escoger.
Por Azahara Palomares en El Punt Avui