Como se puede adiestrar una pulga? La especie más utilizada por los domadores, por decirlo de alguna manera, era la diminuta pulga común o humana, Pulex irritans. Para domar a criaturas tan minúsculas, los domadores debían armarse de paciencia. En primer lugar, las pulgas debían perder la costumbre de desplazarse a saltos. Para ello, se las introducía en unas cajitas anchas con techos muy bajos. Impulsadas por su instinto natural, continuaban saltando, hasta deslomarse o terminar agotadas.
Concluida la primera fase del entrenamiento, los domadores las ataban con hilos muy delgados en carritos, norias y otros objetos de papel. Durante el espectáculo, las pulgas, que sólo querían huir, arrastraban la carga, disparaban diminutos cañones o saltaban desde un trampolín a una piscina -un vaso de agua-. Terminada la función, el domador colocaba las obedientes fieras a su brazo para que chupan sangre y recobraran las fuerzas.
El circo tradicional se fundamenta en la ilusión, en una imaginación desprovista de referentes visuales pensemos que el cine o la fotografía se encuentran en las beceroles-, y esta ilusión gana aún la partida domador-de-puces-serra-dora la proeza física.
Quizás ningún otro documento visual ha sido capaz de describir mejor aquella desaparición de una manera de entender el espectáculo como la película de Tod Browning La parada de los monstruos, un canto de 1932 al circo tradicional, no exento de truculencias.
Es en este contexto que Francesc Valls-Calzada sitúa su novela El domador de pulgas. El autor juega con una serie de elementos muy propios del género, la capacidad de abarcar mundos muy diversos le sirve para completar una novela compleja sobre el final de siglo, sobre el espíritu que late, gracias a unos protagonistas excepcionales.
Pero esta complejidad estructural y, por momentos, moral, no impide que el lector disfrute de las aventuras que nos propone. Valls-Calzada introduce suficientes elementos, la búsqueda del anillo de Salomón, la cuestión judía, el triángulo amoroso, como para que vamos siguiendo con atención capítulo tras capítulo, siempre imbuidos de una extraña sensación de apocalipsis, tal y como se dice el circo donde acaban pasando los hechos más relevantes de la novela.
Al Circo Apocalyptique, un escenario ambicioso para una historia de amor llena de pasiones sutiles y, a la vez, arrebatador, se desarrolla la historia que se nos propone. Forma parte el domador de pulgas, un ser capaz de recorrer medio mundo en busca de ejemplares que puedan satisfacer su ambición de llevar más allá su difícil oficio. También una bailarina experimentada en la vida y, muy pronto, en la intriga y el crimen. Y nuestro Picasso, que termina completando el triángulo.
Hay un espacio importante para las pasiones en la novela, pero también para la intriga. El anillo de Salomón planeará por toda la historia, así como una misteriosa sociedad secreta, el Intra Tenebras, que nos llevará por caminos peligrosos para la integridad física de los protagonistas. Y no debemos olvidar un personaje muy logrado, David Kennedy, un ser que sirve de excelente contrapunto.
Francesc Valls-Calzada no se deja amedrentar por la complejidad de su argumento, que incluso nos lleva a la edad media o nos relata fábulas porque llegamos a entender los significados más ocultos.
El domador de pulgas es una historia que nos hará pasar grandes momentos y que nos dejará buena cosa de curiosidades a investigar por nuestra cuenta.

Xulio R. Trigo para la revista Serra d’Or