Una novela que guarda ciertos paralelismos con la sociedad contemporánea y que nos puede ayudar a comprender el sufrimiento y ansia humanas

Francesc Valls-Calzada (Santa Coloma de Queralt, 1956) es novelista, periodista y poeta, y no necesariamente en ese orden. Desde hace unos años, vuelve a ser activo en la narrativa. Este retorno -aunque nunca había marxat- ya ha dado varios frutos sólo en los últimos meses. Un ejemplo de ello es «El domador de pulgas» (Tarragona, Arola Editors, 2011), de la que ya hablamos en este mismo espacio, y ahora, en este ecuador de 2013, nos ofrece la novela «La piel de Dios ».

delcampcatLa narrativa de Valls-Calzada se caracteriza por tratar, directa o tangencial, la historia del pueblo hebreo a lo largo de los siglos. Es una constante, aunque siempre lo hace en laderas y perspectivas diferentes. En esta ocasión, la ficción narrativa que se desarrolla en «La piel de Dios» tampoco se escapa, aunque el eje central de la novela pasa por otros caminos que también harán reflexionar al lector. Pero aun así, en la isla también habrá judíos que seguirán la Torá y por este mismo motivo se verán discriminados y perseguidos socialmente.

«La piel de Dios» narra los periplos de Richard, un trabajador de funeraria estadounidense que es acusado de matar a su mujer y condenado a muerte. El caso es que la pena en sí es un poco más compleja que un ajusticiamiento convencional. El reo, como otros, es trasladado secretamente a una isla. Allí, desde hace años, se destierran varios criminales que conviven en una sociedad completamente jerarquizada, salvaje y sin un ápice de piedad. Es, teóricamente, un lugar lleno de los mejores criminales de los últimos años.

La sociedad que han construido en la Isla del Olvido es completamente controlada por unas castas religiosas con unas funciones muy determinadas. La sociedad matriarcal, controlada desde el pico más alto, tiene por líder la Dama de la Fuerza. Asimismo, y como poder eclesiástico, nos encontramos ante los sacerdotes del Templo de la Sangre. Según una antigua profecía, habrá un día en el que un esclavo semental recuperará una reliquia que alterará el orden establecido desde hace mucho tiempo, y de una forma férrea, en la isla. Por esta misma razón, Richard deberá escaparse de todos los resortes del poder para alcanzar su meta y, en última instancia, subvertir la realidad social de la isla.

Una novela que, ciertamente, guarda ciertos paralelismos con la sociedad contemporánea y que nos puede ayudar a comprender el sufrimiento y ansia humanas, que a veces nos sorprende y alivia la vez, porque conllevan la aparición de la solidaridad, la ayuda y la comprensión de los demás. Todo esto no son sino armas fundamentales para evadir la presión del Estado y de los poderes fácticos. Tanto el libro como la vida nos lo podemos creer.

Por Albert Ventura en delCamp.cat